Los estúpidos también somos personas…

Mis padres se hubiesen sentido muy orgullosos si yo me hubiera licenciado en una carrera clásica como arquitectura o derecho, o como mínimo… agente inmobiliario (que es la profesión que han cultivado en sus últimos treinta años); para que -según ellos- hubiese así conseguido tener un buen pasar para el resto de mis días. Ellos siempre preocupados para que estudiara en buenos colegios (cosa que agradezco) y que me relacionara con “gente conveniente”, puesto que el entorno a una edad adolescente influye bastante a la hora de tomar algunas decisiones para el futuro.

Hasta aquí todo “normal” dentro de lo que la mayoría de padres quieren y esperan de sus hijos, para así perpetuar el mensaje transmitido de generación en generación: “hijo, debes ser el más guapo, listo e inteligente”. Por lo menos en mi entorno, estas “buenas intenciones” siempre han estado vigentes de manera evidente y sutil según los casos; lo paradójico de todo esto es que en mi familia, tanto materna como paterna, no han destacado ni por ser más guapos, ni listos, ni inteligentes.

Esto no significa que hayan sido unos desgraciados, ni mucho menos, sino una familia con “Deseos” -como muchas otras- de ser Felices!

Hablo de la palabra “Deseo” en el sentido “mágico” que pueda tener este vocablo para muchos, puesto que para querer ser feliz no basta con sólo desearlo si no se crean las circunstancias en el día a día.Lo que quiero decir es que a esta altura de mi vida, no paro de ver y darme cuenta de lo estúpidas que somos las personas… de cuánta estupidez ha existido y existe alrededor mío y de que sin darme cuenta he pasado de ser un estúpido principiante a ser “casi un gran estúpido”…y digo casi porque todavía me queda “el doctorado” (Je, je).

No solamente me rebelé al mandato de mis padres de no estudiar en las Universidades adonde acudían los que pretendían ser hombres de éxito, sino que he invertido mi tiempo y dinero para ser un “licenciado en estupidez”: ¡Un payaso! Quién lo diría… a través de esta profesión he descubierto que ser un estúpido tiene mucho mérito, llegando a ser en ocasiones, algo virtuoso. La profesión de payaso se ha convertido en una profesión como cualquier otra, aunque sigan existiendo prejuicios sobre la misma, ya que las escuelas para ser estúpidos creativos han comenzado a surgir desde hace unos pocos años.

También es importante aclarar qué significa esto de “Ser Estúpido”, por lo menos para mí… puesto que no es lo mismo ser estúpido a secas que ser un estúpido creativo; o sea: hacer algo constructivo a partir de la conciencia de mi propia estupidez. La diferencia es sutil y obvia a la vez, a pesar de que uno comienza siendo un estúpido a secas creyendo todo lo contrario, normalmente con un gran sentido del ridículo. Hasta que un día esta estupidez se pone en evidencia a través de un trabajo personal, ¿y que sucede?… según la “locura” de cada individuo será la reacción. Lo importante es que cada uno pueda tomar conciencia de su torpeza, que pueda asimilar o digerir que no estamos exentos de ser o estar “estúpidos” en muchos momentos de nuestras vidas y que el camino más sencillo es aceptar esta condición para poder reírme sin más.

El trabajo del Clown & Gestalt podría ser un camino para poner en juego esta estupidez que tanto nos empeñamos en ocultar llegado el momento de mostrarnos. Evidenciar mi neura, mi torpeza, mi locura… son pensamientos, emociones y acciones que no podemos exhibir como si no pasara nada, puesto que en esta sociedad moderna estamos entrenados para mostrar sólo una cara de la moneda: “la socialmente correcta”. Y el echo de tener un espacio en donde poder “jugar esta estupidez” sin crítica ni juicio, haciendo a la vez algo creativo como por ejemplo, teatro o el Payaso; puede ser de gran alivio en todos los sentidos.

Poder recuperar mi estima, aceptar mis limitaciones, reconocerme torpe, tonto y neurótico puede colaborar a un trabajo de integración con el yo profundo. Para aquellos que todavía crean que acumular información, títulos o Masters es “garantía de éxito”; o que así van a librarse de ser unos “estúpidos”; os invito a que también descubran que existen espacios artísticos que invitan a ver el lado oscuro de la luna… Allí donde se encuentran los tesoros sin explotar y el placer del juego sin vivenciar.

Porque los estúpidos creativos también somos personas, con el mismo deseo de ser y estar en paz. Por eso doy gracias a mi familia por tanta estupidez y a la Gestalt por haberme dado una oportunidad de aprendizaje a través de mi propia neura. Y desde entonces (con más conciencia) hacer algo creativo con mi locura, la misma que a veces me sigue invitando a seguir viejos patrones.

Es posible que si pones en juego tu máscara puedas deshacer los viejos nudos que aún permanecen para recordarte el que fuiste o el que sigues siendo y dar paso al que realmente eres… un gran estúpido amoroso, con conciencia, al servicio de ser tu mismo.

Néstor Muzo Fredes
Madrid, otoño del 2006